señales

¿Qué te enamoraría de él?
Su risa y emoción, la confianza o sinceridad, o quizás unos ojos profundos sin descifrar. Que se le den mejor los libros, quizás las cuentas, o que sea más de creatividad. 

A menudo, hablamos de aquello que queremos en nuestras vidas. Tenemos, o queremos tener estudiado cada paso que damos, así como qué tipo de personas son las que queremos que vayan llegando a formar parte de nuestros días. Prototipos, estereotipos, fórmulas que afirmamos fervientemente que es lo que nos gusta, que nos harían felices. Pero el problema no es que solo nos plateemos eso, sino que, además, nos quedamos parados o dejamos que todo pase porque tenemos la confianza de que eso algún día lo podremos encontrar. Pero, piensa un poco, cómo es posible que podamos querer algo, y saber a ciencia cierta qué es lo que nuestra vida necesita, si solo es un objetivo que alcanzar y no sabemos si es lo que nos gusta de verdad.

Hace unos días recuerdo a una buena amiga decir ese "yo prefiero los chicos de letras", pero quien te ha dicho a ti que no llegue un chico de ciencias a revolucionarte las pulsaciones a mil por hora, o uno que ame el pincel y te llene de colores los días. Cómo puedes decir que te gusta algo que no has probado. Vale, sí, quizás sea verdad y te estés basando en experiencias pasadas que no salieron del todo bien, pero el sol siempre es el mismo, y nunca he visto un amanecer o atardecer igual, y con las personas pasa exactamente lo mismo. 

Hace un tiempo aprendí a dejarme llevar, y a comprender que es imposible que algo te guste antes de que haya llegado. Algo te engancha cuando lo has probado, cuando sabes a que sabe, cuando sabes cómo brilla en la oscuridad o lucha en la guerra, cuando sabes si te suma o te resta, cuando hay magia o no. A veces, nos las damos de listos y creemos que lo sabemos todo de nosotros, pero aquí os vengo a decir que estamos muy equivocados y que podemos ser nuestro peor aliado. 

Yo, por ejemplo, que soy amante sin límites del cielo, puedo aseguraros que recuerdo todos y cada uno de los amaneceres que he disfrutado, unos eran más intensos y sí, es cierto que otros no lo eran tanto. Unos me erizaban la piel y otros el alma que, aunque parezca lo mismo, es totalmente distinto. Pues con las personas nos ocurre los mismo, creemos que somos patrones, arquetipos y que tenemos un futuro pactado, con no sé quién, pero que tiene que ser así. Y no, amigos, no. Las personas son más que todo eso: 

es esa intensidad que no esperabas que volviese a aflorar,
es esa pupila penetrante que te cautiva y cuida al instante,
es esa creación, acción y reacción,
esa mano tendida y sonrisa expresiva,
esos ojos normales y distintos a los casuales,
esa risa nerviosa y el infinito escrito en tus piernas,
es ese deseo de gustar y saber que es de verdad,
como ese amanecer que acaba de pasar y que nos ha sacado de la oscuridad.



Con ello vengo a deciros que no seáis estrictos con vosotros mismos, que os cuidéis y os queráis más, que no sabéis qué o quién os puede acompañar a ver el amanecer cada mañana y completar así esa parte que le falta a vuestra casa. Que no sabéis cómo puede ser, qué puede amar o cómo puede hablar. Que no sabéis lo que queréis hasta que llega y te hace vibrar, y os dais cuenta de que algo bueno acaba de empezar y que no teníais ni idea de cuál era la realidad. 

Comentarios

Entradas populares