Onirología
Hace un tiempo que me acordé de ti, bueno no, me acordé de mí contigo, y pensé que qué sería de aquellos recuerdos o días de otoño, del café que según tú era el más rico, porque lo hacías tú, y que yo con cara rara me lo tomaba, pero que sepas que no me gustaba nada. Qué sería de esos momentos y recuerdos fugaces como esas estrellas de agosto o de cualquier mes del año, porque siempre me inventaba las lluvias de meteoros con tal de salir en la noche, de evitar la gran ciudad y ver las estrellas volar. Quizás algún día te hayas pasado por alguno de esos momentos o quizás no, nunca lo sabré.
Hace unos días vi una cara conocida, por un momento me paré a pensar si era de mi familia, ya sabes, esas largas listas de primos segundos y terceros de los que ni los nombre recuerdas, pero no, no era de mi familia, era una cara de mis días contigo, de cuando pasábamos por ahí al caer el sol y ese mismo señor con boina marrón nos sonreía mientras sacaba el género que no había utilizado ese día, y a pesar de estar ahí y tener cara de cansado, y quizás de llevar varias horas de pie sin parar de trabajar, siempre nos dedicaba esas buenas palabras. También me acuerdo de esa frase que siempre nos salía al irnos de ahí “con que poco podemos ser feliz”, y que tan cierto era, ni él necesitaba sonreírnos ni nosotros mostrarle ese cariño y en cambio, a ambos simplemente nos salía.
Acabo de acordarme que alguna vez también te he soñado, algunos momentos eran explícitos y podría contar con detalles lo que hacíamos, otros no, solo que al despertar veía tu nombre asomar, al principio fue raro, como todo, pero todo se fue tornando. Ahora no te sueño a ti, sueño con momentos de otras vidas, de otros días y la verdad me hace muy feliz.
Es verdad que dicen que lo que sueñas te condiciona en el día, si has soñado como yo que alguna vez caías al vacío, que te perseguían y no podías correr más, que se te caían los dientes en mil pedazos o incluso que una manada de toros iba tras de ti, seguro que cierta angustia recorría parte de ti cuando para acabar de sufrir despertabas de ese otro mundo que iba a por ti.
Cuando sueñas con personas, pasa lo mismo, depende de quienes sean en tu vida pasa una cosa u otra, pero contigo debo reconocer que para nada tiene que ver con lo que acabo de relatar en el párrafo anterior. Las formas de soñar cambian, como las de querer u echar de menos, y gracias a esos momentos, tan nuestros, que no podemos controlar, y que nos separan de la misma realidad cada noche, podemos sentir cerca a alguien que está lejos, podemos volver a vivir momentos que nos hicieron felices o que no, pero que nos enseñaron algo.
Dicen que cuando sueñas con una persona esa misma se despierta, madre mía la de personas que habrán sufrido de insomnio por mi culpa, y lo siento, o bueno no, quizás en ese momento necesitaba saber que tal estaban y esa era la única forma de que me contestaran. Contigo habrá pasado lo mismo, quizás te deba horas de sueño, pero es nuestra forma, rara e intensa, como todo lo que hacíamos, de sentir que siempre algo nuestro formará parte del otro.
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