Equilibrio
Equilibrio: estado de un cuerpo cuando fuerzas encontradas que obran en él se compensan destruyéndose mutuamente.
Pero, ¿qué ocurre si esas fuerzas no se compensan?
Pues ya te lo digo yo, hay una fuerza ganadora, una fuerza que pierde, y el cuerpo se aleja del equilibrio para siempre. O quizás no para siempre, pero si por el momento.
Bienvenidos al nuevo vértigo de este siglo: miedo al equilibrio. O como a mí me gusta llamarlo, miedo al estado de calma, serenidad o felicidad porque algo malo seguro viene detrás.
Es totalmente comprensible tener miedo, es más cuanto más mayores nos hacemos y más experiencias acumulamos somos más conscientes de los riesgos, también más hábiles en la toma de decisiones, pero el conocimiento es poder y ese poder mal usado o gestionado es un arma de doble filo, de esas que te pueden cortar en dos segundos y llevar directamente al hospital a ponerte la antitetánica.
Hace unos días una amiga, me contaba y ansiosa, porque podía verlo en la luz que desprendían sus ojos más allá del verde que rodea su pupila, que se sentía feliz, que laboralmente se encontraba donde siempre había querido estar, que mental y físicamente llevaba muchos meses cuidándose y a la vista estaba, está radiante y además, preciosa. Me contaba que sentía algo por un chico especial, yo me reía porque en el fondo sé que ella quiere quitarle hierro al asunto poniendo nombres más tímidos, pero está completamente colada por ese chico especial, como ella le dice. Recuerdo mi sonrisa, esa que te sale de lo más profundo cuando una persona a la que quieres está bien.
Nos tomamos dos vinos cada una, el primero un Verdejo y el segundo un Godello. Reímos, charlamos, nos abrazos y también lloramos. Le conté el significado de mi segundo tatuaje y creo que ella, y como siempre, lo sintió como si fuese su propia historia. Y es que esa es la gente de la que decidí y por la que aposté rodearme hace ya muchísimos años, aquellas que sienten de verdad que lo suyo es tuyo y viceversa.
Pedimos tarta de queso de postre y aproveché para ir al lavabo antes de que nos la trajesen. Aún recuerdo los pictogramas divertidos que decoraban aquel baño. Un espejo rectangular y perfectamente iluminado. Jabón de manos de maracuyá y un estado de paz inmenso. Mi amiga era feliz y yo con ella.
Según abrí la puerta corredera del baño, vi como el camarero dejaba con cautela la tarta de queso en el centro de nuestra mesa y hacía el ademán de retirar las dos copas de vino, sin saber que ese culín que quedaba en cada una de ellas era el shot perfecto para lo que nos quedaba de cena.
Era una tarta de queso de horno, de las que nosotras llamamos buenas. Era un queso intenso, pero no muy fuerte. Bien horneada por fuera, pero con el punto líquido perfecto en el interior. Recuerdo el último trocito sobre aquel plato de color marrón clarito y como con la mirada se lo cedí a ella. Según reposó su cuchara sobre aquel plato donde ya solo quedaba un poquito de la nata que acompañaba a la tarta, mi amiga me miró sin haber apagado ese brillo que emanaba de sus pupilas, pero frunciendo un poco el ceño y acto seguido me preguntó:
¿pero todo está bien?
Mis mandíbulas se apretaron como cuando en una montaña rusa tratas de aferrarte a la vida en cada caída. Disimulé, sonreí y le tomé la mano.- Y musité: Sí, todo está bien. Pero yo sabía en el fondo que con esa pregunta, yo como amiga debía de intuir que no todo estaba bien.
Y ahí es donde entra en juego el miedo y pánico irracional a no saber estar cuando todo va bien. Ahí es donde las dos fuerzas no se compensan y el equilibrio se resquebraja. Y no es porque hubiese algo mal, sino que nuestro miedo a que algo lo esté nos sabotea de tal forma que somos nosotros mismos quienes sin darnos cuenta dejamos de ser quienes somos porque empezamos a actuar a través del "y sí...".
Y, permíteme que te diga, que cuando tomas esa posición de trinchera y alerta sin ni siquiera haberse declarado una guerra probablemente la única granada que explote sea la que tu tienes en la mano. Tú decides si quitarle el seguro, o no, y dejarte de "y sis..." y vivir el sí que ahora mismo ya saboreas y tienes entre las manos.
Y si saboreas cada ratito como un helado de pistacho,
y si te bebes los ratitos felices como un buena copa de Godello,
y si guardas la incertidumbre en el cajón del "ya veremos", pero ahora todo funciona,
y si te aferras al olor del café recién hecho y no al que aún esta sin moler.
Le cogí las manos con fuerza y le sonreí. Todo está bien, y si mañana no lo está y tiene que romperse ya veremos como recogemos los trocitos y recomponemos el puzzle, pero por favor no lo rompas a conciencia :)


A mi solo prométeme una cosa: “y si después de todo” seguiremos juntas💫 un post precioso en donde los miedos e inseguridades se desvanecen en un “y si es que sí…?” Te quiero, por mas momentos para recordar
ResponderEliminar