Karen

Os cuento algo, 

Estoy sentada en un banco cualquiera, llevo en mi bolso de rejilla, ese que por cierto voy mirando cada cinco minutos por si el monedero ha osado a colarse por los diminutos agujeros, un libro que me prestó mi amiga Marta este fin de semana. Han pasado 20 minutos y aún no lo he sacado. 

Estoy absorta en la realidad de la tarde, observando cómo los niños juegan en el parque de columpios, como corren, ríen y gritan, sobre todo gritan. La niña rubia con su vestido de flores azules se acaba de caer de su patinete rosa y su llanto desesperado, ese que ha alertado a su madre y a todo el vecindario, tras mi primer impulso de socorro me ha sacado una sonrisa. 

A mi izquierda en un banco está sentado Félix, calculo que tendrá unos seis años, lleva una mascarilla de Spiderman y a decir por su ceño fruncido no está nada contento, y es que al parecer su padre le está regañando porque le ha tirado arena a su amigo Guille. Ojalá pudieseis oír su alegato. 

La pelota de un lado a otro, las cincuenta veces que los padres han dicho ya " nos vamos a ir" y al final han acabado sacando otro tema de conversación en el corrillo y los niños con disimulo se han escapado del nido. 

Dos niñas se acaban de acercar a mi banco y me han dejado dos notas, me han mirado de reojo y se han marchado corriendo. En ellas pone "resistiré aunque esté el coronavirus" "resistiré tan solo un día". Al leerlas no he podido evitar sonreírlas y felicitarlas a lo lejos por lo bien que lo están haciendo. 

Echaba de menos todo esto. Sigo sin sacar el libro, y creo que no lo voy a hacer, pero quiero dejar constancia de esto por si en unos años cuando todo haya pasado se me vuelve a olvidar lo maravilloso que es escuchar la vida que hay en las calles. 

Por cierto, la niña rubia acabo de oír que se llama Karen, se va en el carrito con los mofletes hinchados y me dice adiós. Adiós Karen, hasta mañana ;)





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