2-10-87

2-10-87

Algunos ni habíamos nacido. Llevo años pasando por esta calle entre Atocha y Pacífico y nunca me había percatado de este detalle, de este momento o recuerdo que está grabado a fuego en las calles de Madrid.

Hace unos días el sol iluminaba con fuerza las calles de la gran ciudad, la gente compartía acera, sonreía y el tráfico era normal. Una sutil brisa de marzo mecía las copas de los árboles al mismo tiempo que sellaba mis rebeldes mechones dorados contra el gloss que esa mañana lucían mis labios.

¿Para quién sería especial esa fecha? Debo reconocer que dejé fija mi mirada en ese cemento rasgado. Hace 33 años alguien quiso perpetuar un momento de su vida, vale sí, quizás no se escribiese justamente en esa fecha y fuese años después. Fuera como fuere, esos cinco dígitos significaban algo, bueno o malo, algo.

La gente caminaba a mi alrededor sorteando con cuidado mi cuerpo inmóvil que viajaba años atrás a través de esas cifras. Sin darme cuenta estaba echando de menos y anhelando con fuerza volver a ciertos momentos y lugares. Sin darme cuenta estaba creando otro recuerdo que a los días echaría de menos y con mucho más ímpetu.

Esa tímida brisa que aquella mañana bañaba Madrid empezó a cambiar de color y a tomar fuerza, como si alguien estuviese tratando de apartarme del lugar. Mis pies seguían anclados y mi sonrisa con cada ráfaga del ayer se redibujaba una y otra vez. Tras los anuncios de YouTube, porque sí, no soy de escuchar Spotify, arrancó la siguiente canción. Dos segundos bastaron para volarlo todo por los aires. Y es que hay canciones que rompen, igual que hay personas y fechas que arañan.

No era capaz de cerrar los ojos que poco a poco se iban llenando de sed por otros tiempos, como una presa a punto de desbordar, cualquier movimiento haría que no hubiese marcha atrás. Con la cuarta corchea de la canción y a dos segundos de explotar el estribillo mis párpados no pudieron más y empezaron a descender lentos dando paso al caudal salino que se abría camino sobre el colorete que lucían mis mejillas.

Ahora sí, era un náufrago en aquel pentagrama buscando la salida mientras el mundo entero parecería  seguir con su frenética vida. Miraba hacia un lado y al otro tratando de encontrar un salvavidas, pero con lo único que me topé fue con tu mirada al otro lado de la avenida. O eso creí.

La canción iba llegando al faded out,  con cada nota que terminaba mis párpados vibraban más, la brisa se convertía en viento interfiriendo, fatigando y secando vilmente mis ojos que nublaban mi vista y te perdían a lo largo de esa infinita travesía.

Unos días después eché de menos perderte a lo lejos. Unos días después...




Estos días hablaba con la gente y les decía que me sentía rara, lo felices que éramos hace dos semanas atrás, sin ser conscientes como siempre, y cómo había cambiado todo en cuestión de minutos. Aquella mañana anclada en esa fecha me limité a recordar y a echar de menos. Hoy sábado 14 de marzo solo quiero volver a esa avenida, con su gentío, su luz, la brisa que me forzaba, una fecha en el suelo que pisaba y tú perdiéndote entre mis recuerdos. 

La reminiscencia nubla el sentido más que la densa nube que cubre estos días nuestro país. La incertidumbre por el futuro hace que nos amarremos a tiempos que para nosotros han sido mejores, pero recordar los finales no nos deja imaginar cómo sería empezar, que es lo que vamos a tener que hacer. Empezar.

De momento me quedo con esta nueva fecha 14-03-20. Quizás mañana la eche de menos, así que dentro de todo lo que tenemos sigamos apoyando y animando con sensatez a todos los que luchan y luchamos, porque cada granito cuenta, en esta situación. A veces, puede resultar desesperante, pero como dijo Alfredo Domeño, si alguna vez no fuiste un nudo jamás pudiste ser un lazo. 


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