Capítulo I
Fin del primer acto, haz la maleta que volvemos a la gran ciudad.
Donde las noches son más cortas, pero más intensas, donde los vecinos son otros y donde los "holas" parecen más distantes, pero más cálidos y menos cotillas. Donde el sol se pone siempre en el mismo lugar, con las mismas aves volando y las mismas parejas hablando. Donde los coches levitan a las ocho de la mañana y donde las terrazas empiezan a dibujarse con cientos de personas que al salir del curro deciden quedar a contarse sus vidas. A veces, lo hacen con tanta intensidad, que tú que estás en la mesa de al lado, en silencio, con una cerveza, sumergida en ese libro que te regaló no sabes quién y que te tiene más ocupada que ese quién, parece que formas parte de ese corrillo de amigos que empiezan acto seguido a dar consejos. Consejos...bueno, dejémoslo ahí.
Y tú, ahí, sin hacerle daño al mundo, solo a ti misma, porque creer que él, ese mismo que lleva ya cinco capítulos luchando consigo mismo, con los demás y con su locura hacia la protagonista de la novela, va a venir, sentarse contigo y pagar la siguiente ronda, perdóname que te diga guapa, pero te está empezando a dejar tocada y quizás con medio barco ya hundido.
Pero eso, tú ya vas por la segunda ronda, te estás enterando de la vida del vecino, que por cierto, ni te interesa, pero es inevitable y tienes en la punta de la lengua a punto de estallar y liar ahí en mitad de esa pequeña plaza perdida de la ciudad, la mascletá nunca vista en Madrid. Tienes cientos de consejos que darle al chiquillo, porque de verdad, siento decirlo, pero lo que él tiene no es un problema, lo único que le pasa es que está pilladísimo por esa niña, que según me ha parecido oír entre sorbo y sorbo de cerveza se llama Ana y es monísima, pero su mecanismo de defensa y su orgullo le obligan a decir que le importa una mierda delante de todos los amigos, cuando querido, siento decirte que estás bien jodido, pero bien jodido de amor.
Y sí, podría decir que mejor jodido de amor, que de otra cosa, pero lo siento mucho, estar jodido de amor, es estar muy, muy jodido, así que en vez de pedir tantos consejos a esos amigos tuyos machotes, que mientras te dicen que la tía no vale, que pases de ella, que si tal que si cual, le están enviando un mensaje a esa pibita por la que ellos "sí que pierden el culo", déjate llevar un poco, porque si su nombre no deja de salir de tus labios y estás ocupando una bonita tarde de abril en hablar de ella y en solaparnos a todos con esta dramática novela, es porque la tía te mola. Fin del tema amigo, bébete la cerveza y con ella el orgullo, el tuyo y el de tus amigos, y de camino a casa le pones un sencillo e intencionado "Qué tal?", porque para qué perder más noches, si las lunas llenas no son todas las semanas.
Para qué esperar un sí o un no, cuando sabes que puede llegar a ser muy tarde y que no es lo mismo hablar con tus amigos de ella, que hablar con ellos sin ella, cuando ya se haya ido tan lejos de ti, que ni su nombre puedas pronunciar. Porque sí amigo, una vez que empieza el camino de huida, el de retorno nunca es sencillo y cuando ella vuelva a nadar lejos de ti, no creo que quiera volver a tu arena ardiente, porque sí... la estás dejando ir y ese no es tu mayor aliciente.
Para qué esperar un sí o un no, cuando sabes que puede llegar a ser muy tarde y que no es lo mismo hablar con tus amigos de ella, que hablar con ellos sin ella, cuando ya se haya ido tan lejos de ti, que ni su nombre puedas pronunciar. Porque sí amigo, una vez que empieza el camino de huida, el de retorno nunca es sencillo y cuando ella vuelva a nadar lejos de ti, no creo que quiera volver a tu arena ardiente, porque sí... la estás dejando ir y ese no es tu mayor aliciente.
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