40 días
40 días.
Ella no lo sabe, pero llevo un tiempo observándola. Ella no lo sabe, pero llevo un tiempo tratando de analizar su mirada, canalizar sus emociones y darle color a sus sombras.
En el 36 eran las cartas quienes traían buenas o malas noticias, tras los periodos de guerras la difusión del servicio telefónico cambió la comunicación interpersonal, una voz al otro lado hacía sentir que la distancia se había reducido. Con la llegada de internet se empezó a quedar a través de la red, las señales de humo se sustituyeron por zumbidos, cada vez estábamos más cerca.
Empezamos a compartir con el resto del mundo nuestro estado de ánimo en tres líneas de 180 caracteres, acompañadas a veces de una canción, y ese mundo podía reaccionar simultáneamente a nuestro humor, sentimiento o condición. Las fotos dejaron de revelarse y en cuestión de tres minutos estaba la fiesta de la noche anterior subida a una nube que unía personas, ciudades y países.
Sé que estás asustada, echando de menos y agobiada. Sé por cada uno de los suspiros que lanzas al vacío a la luz del ocaso que tú misma crees que ya no tienes más fuerzas. Pero permíteme decirte que no estás en lo cierto. Permíteme decirte que tus miedos quizás en unos meses se conviertan en un nuevo tatuaje que sellar a tu cuerpo para nunca olvidarte de lo que luchaste.
Aún recuerdo las palabras del filósofo Blas Pascal "Lamento la extensa carta, no tuve tiempo de escribir una más breve". Eso nos pasaría ahora mismo si tuviésemos que expresar con papel y pluma todo lo que estos días nos desborda, no terminaríamos nunca.
Sé que estás asustada, cansada y desbordada, pero también sé por el gesto de tus manos que estás siendo paciente, constante y resistente. Sé que esperas el final y en estos momentos es lo mejor que nos podía pasar, vislumbrar un final que hace semanas era impensable o inalcanzable.
Ahora las cartas, los estados, las canciones, y las fotos no reveladas están en las ventanas que ya no solo aguardan aplausos, también aguardan esperas, miradas al cielo pensando en buenos tiempos que quedan o últimas despedidas porque por protocolo no podemos darnos los últimos besos y lo único que nos queda es lanzarlos al cielo.
Sé que crees que no puedes más, pero hoy te he venido a recordar que para llegar a la meta tienes que levantarte si te caes en mitad del camino, tienes que respirar pausadamente para no fatigarte y tienes que esperar, porque esto tiene un final y cuando llegue te necesitamos sana y salva.
Estos días la veo a ella, pero sé que en las cientos de ventanas del mundo entero hay millones de personas en su misma situación. Gracias por inspirarme y también gracias a ti abuela, la distancia no me deja verte en tu ventana, pero también quería recordarte que te necesito sana y salva, aguanta, ya queda menos.
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