Vas a odiarme

Vas a odiarme con la misma intensidad que me quisiste. Y no es cosa mía, solo prepara la armadura, que odiar duele más que amar.

Vas a odiarme cada vez que el gas corte el agua caliente que mantiene las pocas partes vivas que aún respiran. Cada vez que la lluvía moje tus botas, cada vez que el viento apague tu cigarro, o cada vez que vuelvas...

Cada vez que vuelvas a poner la misma música en el reproductor o a leer entre líneas cada esquina de la ciudad. Y vas a odiarme, lo sé. Pero no pasará nada. Prefiero el odio a la nada.

Vas a odiarme, porque me he ido.
Vas a odiarme, porque ya es lo único que puedes hacer conmigo.
Vas a odiarme, antes de romper el hilo,
ya es lo único que nos queda antes del suicidio.

Vas a odiarme, me dijo aquel día, cuando delante de cientos de personas vino hacía a mí, rozó con sus manos frías mi mejilla y me sonrió. Quizás, sería así. Pero fue en ese mismo instante cuando el silencio me paró el corazón y pude ver en tus ojos, aún brillantes, que ibas a ser tú quién iba a odiarme el resto de nuestras vidas. 

Vas a odiarme, sí, 
y yo no quería que fuese así,
pero supe que dónde el fuego iba a arder,
ilesos no íbamos a permanecer.

Dónde hubo más guerra que paz,
más muertes que victorias,
o más errores que aciertos,
no sobreviviríamos ni como los mejores expertos.

Vas a odiar(me) cada lluvia de estrellas,
de esas que dejaron huellas,
que un día iluminaron tus ojos,
y hoy ya solo te dividen en trozos.



Vas a odiarme, como un día creíste que yo haría. Solo que yo ya me he ido y no me permito arder entre lo prohibido. 





P.D. Y no hay foto, porque las estrellas fugaces solo se aprecian unos instantes. Lo que tarda en arder un suspiro, un pestañeo, un deseo o un recuerdo.


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