Algodón de azúcar



De pequeña decían que era malo tomar demasiado dulce. Azúcar. ¿Pero qué sabían ellos?.
Mis muelas no se han picado y aún no han salido lombrices en mi barriga. Todos mentían.
Qué sabían ellos de lo que es empacharte de azúcar. Por la mañana. Por la noche. Siempre.

Mullidos, suaves, delicados, tersos y dulces. Algodones de azúcar irresistibles. Aquellos que nunca quieres acabar y que solo con mirarlos se hacen más apetecibles. Aquellos por los que los ojos nos brillan y los labios se curvan.¡Habrase visto jamás una sonrisa más dulce que esa!.

Primero los notas en la cara. Su olor te atrapa. Cierras los ojos y empiezas a perderte con ellos. Después lentamente te rozan el escote. Te sobresaltas. Abres los ojos. Pero te engañan una vez más y te rindes ante ellos. El bello de tu tripa comienza a erizarse. Benditos algodones de azúcar que toman una dirección de no retorno. 
Te acabas de perder en un cielo de escándalo. Un cielo dulce. Un cielo de algodones de azúcar que palpitan por y para ti.

Pero el viaje acaba. Abres los ojos, tomas su mano, besas cada uno de sus dedos y te repites:
¡Si algún día debo morir, que sea por cada uno de ellos!





Comentarios

Entradas populares