Hace un tiempo

Hace tiempo que no tengo demasiado tiempo para mí.
Hace tiempo que algo cambió en mí.
Pero tengo que decir que no me puede hacer más feliz.

Intento empaparme cada día de lo que hago, y de lo que no hago para intentar hacerlo algún día. Ando más rápido, duermo menos y vivo más. Intento ocupar todos los días con algún plan especial, un momento o algún paseo para recordar.

La mitad de los días los paso entre trenes, coches, ordenadores y personas que ya son familia. Y es que los compañeros de trabajo te ven más que tus amigos o tus seres queridos. Hace años veía este momento muy lejano, es más no entendía muchas cosas de los que ya estaban en él. No entendía cómo podían existir las neveras vacías, o la cama quedarse algún día sin hacer. Las prisas de por la mañana o el pedir pizza de más para cenar y al día siguiente no tener que cocinar.

Hace años no entendía muchas cosas, e imagino que en diez años más comprenderé las que hoy sigo sin encajar. Hace años no entendía el significado de los domingos o buscar tu vestido favorito en el armario y que estuviese sin lavar. Los jueves de cervezas que ahora se cambian por solo ir a cenar o el poco tiempo que tienes para regalar.

Hace un tiempo que algo cambió en mí y ya se lo decía yo a los que andaban por aquí. Siempre fui de intensidad, y no por todo lo que tuve que lidiar, que también, pero siempre me gustó soñar y volar con total libertad.

No me gustaría vivir para trabajar, ni trabajar para vivir. Quiero vivir, y es lo que estoy haciendo desde que subí ese peldaño y empecé la nueva etapa. Cuántas veces nos han dicho que la vida no es fácil, que quien quiere algo, algo le cuesta. Difiero en todos mis sentidos con esas dos frases, y eso que yo las he utilizado en más de una ocasión.

La vida será lo fácil o difícil que nosotros queramos. Las pérdidas, despedidas, ausencias, dolores, caídas o fracasos serán lo dolorosos que nosotros estimemos. Así que a quien os vuelva a repetir esa frase le decís de mi parte que es muy cobarde. Que la vida de difícil tiene poco, es más es tan sencilla que por eso la mente nos juega a veces malas pasadas y nos hace tropezar.

Las personas no somos lo que aparentamos, y no me refiero a la época de las redes sociales, que también. He descubierto auténticas revoluciones de personas que creía conocer como la palma de mi mano, y también de personas que conocía de dos segundos, simplemente sabiendo prestar atención. Con el paso de los años me he dado cuenta de que no tengo tiempo para prejuzgar ni a la gente ni a las situaciones, solo tengo tiempo para adentrarme de lleno en cada una de las sendas que las conforman  y nutrirme de lo bueno y de lo malo. 

Imagina que cada gota que yace del envés de esa hoja es un momento, un consejo, un abrazo, una palmada, aprendizaje o incluso la vida entera de una persona que te estás perdiendo por no invertir tu tiempo, en esta frenética vida, como debe de ser. 

Hace un tiempo que algo cambió en mí y desde entonces las copas de vino me saben mejor, las miradas son más sinceras y las palabras más verdaderas. Hace un tiempo comprendí que los días solo tienen 24 horas, y que casi la mitad de ellas no dependen de mí, por eso hace un tiempo empecé a cuidar más los días, mi tiempo y a las personas. Desde entonces ya no solo me trae paz Ludovico Einaudi










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