El banco

Cuando éramos pequeños queríamos hacer cosas de mayores, queríamos ser ellos porque resulta que lo saben todo. Queríamos hacer las cosas sin equivocarnos, tener criterio propio, poder decidir sobre el sí y sobre el no... ¡Queríamos eso! y los mayores en voz bajita nos decían que viviésemos nuestro momento como si fuese único y último. ¡Vaya! resulta que ellos ciertamente lo sabían todo, y ahora que ya somos mayores, cometemos el mayor error de nuestras vidas. Nos sentamos y de todo lo que nos enseñaron nos quedamos únicamente con el "espera tranquilo hijo, todo lo que tenga que llegar, llegará"...

Nos quedamos sentados a que él o ella pase por primera, segunda o quinta vez por ahí. Esperamos ahí sentados, bajo la lluvia y sin paraguas, bajo el sol y sin protección. Así, día tras día, esperando un hola o un adiós, una cena hecha o sin hacer, una o quizás dos copas de vino, un vienes o un voy, un sí o un no, y así, pasan los meses, y nosotros ahí sentados nos vamos camuflando con las hojas del suelo, nos vamos marchitando y lo peor de todo es que dejamos de estar vivos para empezar a morir como la estación que se va.

De todo lo aprendido nos hemos quedado con el "llegará" en vez de armarnos de valor y salir a por ese futuro que queremos agarrar. Esperamos tener suerte cuando esta no se tiene, se busca. Así, otoño tras otoño, solo que yo me levanté de ese banco hace tiempo y ¿tú? 


#Consejodesabios

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