De por vida
En el momento equivocado y a la hora indebida, con las manos mojadas, el sonido de la música de fondo y el bullicio de la gente bailando. El saludo más encarcelador de todos los tiempos. Con las cadenas más resistentes y la dureza y fuerza más delictiva de nuestra historia. Por que sí, es nuestra, no la puedo hacer solo mía.
Volvería a obligarte a que tu voz titubease, a que me agarraras del brazo, me sonrieras, no supieras que decir y te temblasen las piernas.Volvería a pedirte que esa noche fuésemos de nuevo y nos encarcelásemos juntos, amarrados, con cadenas y de por vida. Volvería a hacerlo. Volvería a salir a la calle y a gritar que estaba preparada para compartir mi aire, quizás contigo. Volvería a decírtelo como se lo grité a la luna llena, empañada de gotas y nubes, aquella noche cuando me despedí y sin apenas respirar te dije adiós.
Serían las horas, sería el tiempo, el frío o quizás la luna, pero sonreía sin acordarme de como se hacía. Serían los hielos, pero mi piel andaba erizada y así se quedó de por vida. Sería la música la que nos sumergió en un baile de sueños, de amaneceres, noches eternas, bailes bajo la lluvia, sábanas frías, sorpresas que dejaban de serlo, suelos en los que poder tumbarse a contar estrellas, vasos de café vacíos o labial rojo en los cuellos de las camisas. Sería eso.
Y sabéis qué, se nos olvidó apagar esa música, decidimos vivir con ella, de por vida. Era nuestra. La que nos hizo nuestros, la que empezó a hablar en plural y la que nos hizo ser uno,
de por vida.
Volvería a obligarte a que tu voz titubease, a que me agarraras del brazo, me sonrieras, no supieras que decir y te temblasen las piernas.Volvería a pedirte que esa noche fuésemos de nuevo y nos encarcelásemos juntos, amarrados, con cadenas y de por vida. Volvería a hacerlo. Volvería a salir a la calle y a gritar que estaba preparada para compartir mi aire, quizás contigo. Volvería a decírtelo como se lo grité a la luna llena, empañada de gotas y nubes, aquella noche cuando me despedí y sin apenas respirar te dije adiós.
Serían las horas, sería el tiempo, el frío o quizás la luna, pero sonreía sin acordarme de como se hacía. Serían los hielos, pero mi piel andaba erizada y así se quedó de por vida. Sería la música la que nos sumergió en un baile de sueños, de amaneceres, noches eternas, bailes bajo la lluvia, sábanas frías, sorpresas que dejaban de serlo, suelos en los que poder tumbarse a contar estrellas, vasos de café vacíos o labial rojo en los cuellos de las camisas. Sería eso.
Y sabéis qué, se nos olvidó apagar esa música, decidimos vivir con ella, de por vida. Era nuestra. La que nos hizo nuestros, la que empezó a hablar en plural y la que nos hizo ser uno,
de por vida.
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