Ella [...],Él [...]

Las estrellas están cercanas,
las montañas son urdimbres de sombra lentamente tejibles,
no hay hojas aisladas, ni hilos sueltos,
todo se funde en uno.


Perdimos la inocencia en la mañana y la vergüenza de noche. La altura  nos elevaba pero nuestros suspiros nos cuidaban. La noche llegaba y sentía que me helaba, fue entonces cuando llegabas y me acariciabas. La golondrina volaba y con ella yo musitaba al son de los ruidos de tu voz desgastada. Decías que te marchabas y mi lágrima asomaba. Me dejabas decirte, ¡Qué te esperaba! y con ello murmurabas:

¡Nunca morirá aquel que haya volado, nunca morirá aquel que te haya besado y nunca se irá aquel que te haya amado! 

La golondrina nos miraba y desde la ventana volaba. Olvidamos que con ella llevaba nuestra rosa incendiada. Al mundo le enseñaba todo lo que me amabas y sin quererlo regresaba a decirnos que la hora llegaba. 

El viento soplaba pero el camino no olvidaba, sabía donde estaba y conmigo regresaba. No importaba si eran días o semanas  el tiempo que volaba, él no la olvidaba y ella le esperaba. Sabían donde sus cuerpos se incendiaban, donde las estrellas flotaban y donde sus labios esbozaban la sonrisa que amaban.



-Ella se enamoró por primera vez, él se enamoró para siempre-



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